Literatura en escena: David Llorente .

A mí (precisamente a mí) no me ha hecho falta trabajar en un instituto para darme cuenta de que el niño que se aparta de los demás no es el niño más débil y que el niño que pasa el tiempo leyendo libros no es el niño que vive más alejado de la realidad. Es, en realidad, todo lo contrario.

Hay niños que (por el mismo motivo que todo lo redondo rueda cuesta abajo) serán escritores, quieran o no quieran. Son los que abren los ojos y observan el mundo. Es decir, los valientes que cometen el acto transgresor de mirar y no apartar la mirada, de decir y (además) escribir lo que dicen.

El escritor (me refiero al verdadero escritor) rodea con un círculo el área del tumor y después, mediante el ensalmo de la literatura, lo extirpa. Al escritor le fue encomendada la misión de levantar la alfombra y destapar la podredumbre. El escritor es el que grita y el que denuncia, el que levanta la bandera de la verdad y el que asume las consecuencias.

No entiendo cómo se puede escribir desde la neutralidad y desde las manos limpias. Son el dolor y la indignación los que me ponen la mano en el hombro y me sientan a escribir todos los días. Hay, sin embargo, una condición indispensable: la sinceridad: no escribiré una sola frase que no sea susceptible de tatuármela en la piel.

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Soy el último libro que he escrito. Ábrelo y me estarás abriendo en canal. De lo que encuentres, respondo y no respondo.

David Llorente.

 

MADRID: FRONTERA, DE DAVID LLORENTE

Madrid FronteraLo ha vuelto a hacer. David Llorente lo ha vuelto a hacer. Pensaba que Te quiero porque me das de comer, su anterior novela, era irrepetible, una novela inclasificable sin parangón. Pero no, David vuelve con fuerza y vuelve a traernos un experimento literario llamado Madrid: Frontera. El autor se ha propuesto sacudir nuestras entrañas hasta que nos caigamos de la silla, sofá o lo que usemos para leer, con una historia cruda y violenta, de esas que dejan huella.

Madrid: Frontera es una novela con cuerpo (algo acartonado) y alma. Y nos habla desde su sinopsis. Cuenta historias de gente desesperada, sin voz, gente que quiere llorar y no puede (o no le dejan). Habla de una ciudad llena de vagabundos y comebasuras, pero también de gente de arriba (de muy arriba) que niega todas esas realidades. Y por eso la novela se enfada (ya os he dicho que este libro tiene alma, y por ello sentimientos) y se erige en defensora de los indefensos, en portadora de luz y verdad, en adalid de la esperanza, esa que nunca debemos perder.

David Llorente propone en su novela una historia dura, desasosegante, violenta, visceral, a caballo entre la realidad y la ficción. Una novela que produce claustrofobia desde la primera página, con la incesante lluvia anegando constantemente Madrid. Y consigue enganchar desde el principio, acompañando a un misterioso Igi W. Manchester que vagabundea por los restos de lo que en otros tiempos era una ciudad decente.

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La lectura de un libro de David Llorente es como una buena bofetada, duele y enfada recibirla, pero a veces es necesario para seguir adelante y no salirse del camino. Lejos de seguir los cánones habituales de la novela negra, el escritor experimenta y juega con el lector en todo momento. Su manera de escribir impacta, por eso intentar explicar en unas pocas líneas esta novela no es del todo factible.

Porque la ciudad descrita en Madrid: Frontera es una ciudad atípica, es un Madrid con playa, con puerto deportivo, con rambla… una ciudad asquerosa donde el presidente habla desde un plasma y martillea una y otra vez con mensajes de falsa recuperación a los ciudadanos, unos pobres ciudadanos que viven en sus carnes desahucios diarios, que se pelean por dormir en cartones, que viven impotentes ante la policía, que no son atendidos por carecer de tarjeta sanitaria y ante el panorama que viven viajan al aeropuerto para coger billetes de ida (solo ida) a otros países en busca de una posibilidad que aquí le es negada. Vamos, algo del todo surrealista.

Pero luego te das cuenta de que no es surrealista. Que lo poco que no cuadra es que, como decían The Refrescos en los 80, “aquí no hay playa”. Que vives en una ciudad donde tu presidente también habla desde un plasma, donde los bancos priman sobre las personas, donde la gente sigue emigrando porque la falsa recuperación que nos venden es eso, pura falsedad. Y entonces piensas que Madrid: Frontera disfraza de distopía lo que no es más que un futuro no del todo lejano, y que David Llorente es el puto amo y no hace más que jugar con nosotros. Y te pones guerrero y catalogas esta novela no como una novela negra, sino como una novela de terror (porque terrorífico es lo que cuenta). Y tienes ganas de salir a la calle y gritar, liarte a golpes con el sistema, con la pérdida de identidad (definida como la madre de todas las desgracias por el autor) individual y colectiva, y con un ser humano que es la única solución, pero a la vez el único problema.

Por eso, tras leerte Madrid: Frontera en dos sentadas, terminas acongojado por el futuro que nos espera. Y piensas que lo mejor es darte un último paseo por Madrid y tirarte por el viaducto de Segovia (¡Ahí os quedáis, pringados!). Pero no, yo me quedo aquí, a ver qué pasa. David nos vende esperanza a su manera, a través de la desesperación de otros. Por eso quiero que lo leáis. Si no lo habéis hecho, ya estáis tardando. No me seáis…

César Malagón @malagonc

 

Novelas
Kira. Premio Francisco Umbral de Novela Corta. Editorial Zócalo. Zaragoza. 1998.
El bufón. Premio Ramón J. Sender de Narrativa. Editorial Zócalo. Zaragoza. 2000.
Ofrezco morir en Praga. Editorial Onagro. Zaragoza. 2008.
De la mano del hermano muerto / Ruku v ruce s mrtvým bratrem. Editorial Protis. Praga. 2011.
Te quiero porque me das de comer. Premio Memorial Silverio Cañada a la mejor primera novela de género negro. Editorial Alrevés. Barcelona. 2014.
Madrid: frontera. Premio Valencia Negra 2016 a la mejor novela del año.5 Editorial Alreves. 2016.

Teatro
Obras reunidas en Los árboles dormidos (editorial Protis. Praga. 2009):

El héroe». 2004.
La última flecha de Cupido. 2005.
Una de miedo. 2006.
El manicomio. 2007.
Don Juan (versión 8.0). 2008.
Godot o la muerte no tiene la última palabra. 2009.

Obras no recopiladas:

Gregor Samsa. 2010.
Cocoliche. 2011.
Las tres hijas de Krapp. 2011.
Roja Caperucita. 2012.
Los cisnes de Chernóbil. 2013. Premiada en el festival Studentská Thálie6
Catalepsia. 2014.
Los funcionarios. 2014.
Blue Magic. 2015.

 

Compilación realizada por Lorena Lacaille.

Vicky Baum música y literatura la combinación perfecta.

Hasta la década de los 60 del siglo XX, las novelas de Vicki Baum (Viena, 1888 – Hollywood, 1960) fueron extraordinariamente populares en toda Europa y América. Pese a tan duradero éxito, o quizá a causa de él, siempre fue considerada como una autora «menor», sin calidad literaria; y hoy, sumida en el olvido, apenas se la reedita. Nunca se ha hecho, pues, justicia a una novelista que, sin imitar a nadie, desarrolló una nutrida obra narrativa cuya altura literaria resulta sorprendente. Lectores del siglo XXI: dejad de lado los prejuicios, y dadle una oportunidad. Se la merece.
En sus memorias, que se publicaron póstumamente bajo el título «It was all quite different» (Todo era muy distinto), Vicki Baum dice de sí misma:
«Cuando he escrito libros estrictamente alimenticios, lo he hecho a posta, para afinar mis herramientas y demostrar mis habilidades, y naturalmente, porque necesitaba dinero. También he escrito unos cuantos libros buenos. Sé lo que valgo: soy una escritora de segunda, aunque, dentro de mi clase, soy de primera fila.»

Una opinión pesimista, que casi se coloca del lado de quienes la han descalificado sistemáticamente, desde sus primeros éxitos en lengua alemana, que fueron tratados de «Trivialliteratur» o ficción popular, ligera, sentimental. Cuando, ya establecida en Estados Unidos, continúa vendiendo millones de ejemplares a lo largo y ancho del mundo, la crítica la ignora, o la trata con un paternalismo que bordea el desprecio, como a una autora de romances cosmopolitas, destinados a un público femenino ávido de emociones. Nada que ver con la verdad de la escritora Vicki Baum, coetánea de Stefan Zweig y de Erich Maria Remarque, cuya ingente obra, si bien no carece de altibajos, está animada por un gran vigor narrativo y por un estilo extraordinariamente personal.

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La carrera literaria de Hedwig Baum (que firmará todos sus escritos como Vicki) es de comienzo más bien tardío: su padre se opuso firmemente a que cultivara la afición por la literatura que sentía desde niña, convencido de que escribir no llevaba a nada útil. En cambio, nada tuvo que objetar Herr Baum a que su única hija se dedicara profesionalmente a la música, como deseaba su madre, ansiosa por asegurar a Vicki la independencia económica y personal que ella siempre echó en falta. Tras largos años de concienzuda preparación en el Conservatorio, en 1907 Fraülein Baum debuta como arpista en la Vienna Konzertverein, precedente de la actual Orquesta Sinfónica de Viena. A sus diecinueve años, es la única mujer entre los ochenta músicos. Su sensibilidad artística y su tesón hacen que pronto llegue a ser una solista de éxito, que en 1911 es especialmente requerida para estrenar una pieza de Mahler en Münich. Por esa época Vicki Baum ya ha perdido a su padre, que abandonó a la familia para empezar una nueva vida con otra mujer; y a su madre, precozmente fallecida en 1908. Quizá para huir de la soledad, se casa con un periodista de poca monta, Max Prels; y este matrimonio, aunque será de breve duración, le servirá para conocer el mundillo literario y dar sus primeros pasos como escritora. Tras divorciarse de Prels, Vicki Baum vuelve a casarse en 1916: su marido es ahora Richard Lert, director de orquesta, y la pareja se establece sucesivamente en Hannover, en Mannheim, y por fin en Berlín. De este matrimonio nacerán dos hijos, y aunque Baum abandonará su propia carrera musical para centrarse en apoyar la de su marido, no sucederá lo mismo con sus aspiraciones literarias.

En 1920, Vicki Baum había escrito «Camino a escena», una novela de personajes apasionadamente caracterizados que se desarrolla entre los pasillos del Conservatorio y los grandes teatros de Viena, tal y como ella los había conocido en sus años juveniles. Las virtudes de ésta y de otras obras tempranas de la autora convencieron a la mayor editorial europea de la época, Ullstein, que en 1926 le ofreció un trabajo como redactora para las numerosas revistas del grupo, comprometiéndose además a publicar «Camino a escena» y otros tres libros más. Así fueron naciendo un libro tras otro, algunos publicados por entregas en revistas y periódicos, otros lanzados como volúmenes independientes; y el nombre de Vicki Baum fue, poco a poco, dándose a conocer.

La fama le llegó en 1928 con «Helene Willfur, estudiante de química», una historia juvenil de esfuerzo y superación personal, ambientada en la ciudad universitaria de Heidelberg. La protagonista de esta breve novela es el prototipo de la «Nueva Mujer» de la Alemania de Weimar: independiente, capaz de sacrificarse por su futuro, de conseguir el éxito en su profesión y hasta de afrontar en solitario la maternidad. Sin embargo, la envuelve también un halo de encanto romántico, y vive una historia de amor poco convencional, aspectos que muy probablemente fueron la clave del enorme éxito de ventas que alcanzó la obra. «Helene Willfur, estudiante de química» es sin duda el fruto de una transacción entre autora y editorial, quizá una de las novelas a las que aquélla se referirá más adelante como «alimenticias» y en las que busca, con habilidades de buena artesana, dar al público exactamente lo que quiere. Años antes, en los fríos y hambrientos tiempos de la inmediata posguerra y la gran inflación, Vicki Baum había cultivado una literatura mucho más sombría y reflexiva, en novelas como «Las danzas de Ina Raffay» o «Ulle, el enano,» ambas centradas en la íntima soledad de seres marginales.

Vicki Baum ya es, pues, una autora popular entre los lectores en lengua alemana cuando, en 1929, publica la novela que le cambiará la vida. Algunas fuentes afirman que trabajó de incógnito durante algunos meses como camarera de piso en el Hotel Adlon de Berlín, para documentarse. Sea como fuere, lo cierto es que ya en el año 1930 este libro, el gran best-seller de la época, fue adaptado al teatro por Max Reinhardt; en 1932 fue llevado al cine en Hollywood, con un reparto lleno de estrellas, entre ellas Greta Garbo, John Barrymore y Joan Crawford; en 1936 ya había sido traducido a dieciséis idiomas, vendiendo millones de ejemplares en todos ellos. En 1958 volvería a ser adaptado, bastante libremente, por Hollywood bajo el título «Weekend at the Waldorf»; y sobre los escenarios de Broadway conocería dos adaptaciones al género musical, la primera en 1957 y la segunda, más reciente, en 1989. Estamos hablando de la novela con la que ya siempre se identificará el nombre de nuestra autora: «Grand Hotel».

La idea central de esta obra consiste en presentar un establecimiento hotelero como el microcosmos donde se entrecruzan las vidas de diversos personajes, en un marco temporal reducido. Viene de otra novela anterior de la autora, «El lago de las damas», si bien aquí se encuentra más depurada: el tiempo de desarrollo se reduce todavía más (es un fin de semana), el número de personajes crece y su procedencia se diversifica (trabajadores del hotel, clientes habituales, huéspedes primerizos), y en lugar de encontrarnos en un balneario a orillas de un lago, estamos en un hotel de lujo situado en Berlín. Más allá de la bien trabada anécdota argumental, se percibe una sutil desesperanza a lo largo de las páginas de este libro; sin criticarla expresamente, se retrata una sociedad donde la carencia de valores está apenas cubierta por una pátina de falso refinamiento. El representante de la clase media es un enfermo terminal que intenta gozar por primera vez en su vida de los lujos y comodidades que siempre le han estado vedados; el joven aristócrata arruinado se ha convertido en ladrón de guante blanco para sobrevivir; la gran bailarina ante la que se rendían los públicos del mundo entero ha entrado en decadencia y ya no llena los teatros; el doctor que regresó desfigurado de la Gran Guerra coquetea con el suicidio mientras espera noticias que no llegan nunca. Europa está mortalmente herida; bajo una superficie brillante, atractiva, cosmopolita, late cansinamente un interior podrido.

El título original de esta novela en alemán, más descriptivo y menos sofisticado que el de su traducción, es «Menschen im Hotel» (Gentes en un hotel); pero lleva además un subtítulo irónico y corrosivo, en el que merece la pena detenerse: «Ein Kolportageroman mit Hintergründen». Con él la autora se adelanta a la previsible reacción de los críticos, que ya le han dado muestras más que suficientes de que no valoran su trabajo, y prefiere ser ella misma quien califique su novela como de género ínfimo, recurriendo al término Kolportageroman: una vieja vertiente de la literatura popular alemana, que consistía en noveluchas baratas y sentimentales, ofrecidas de pueblo en pueblo por vendedores ambulantes. Por su parte, la voz Hintergründen puede ser traducida como «varios trasfondos», y hace alusión a la diversidad de historias que se desarrollan en la novela, cada una de ellas representativa de una faceta distinta de la sociedad. En su conjunto, pues, el subtítulo diría algo así como «novela barata con varios trasfondos». Un alarde de ironía que no sobrevivió a la traducción.

Gracias al éxito de «Grand hotel», Vicki Baum visitó los Estados Unidos por primera vez en 1931, en un viaje de promoción organizado por su editor norteamericano, Doubleday. Desde el primer momento pensó en cuánto le gustaría que sus hijos pudieran gozar de las oportunidades que ofrecía América, en contraste con una Alemania convulsa, donde que tanto ella como su marido se sentían cada vez más incómodos. No dudaron en aprovechar la ocasión, y a partir de 1932 la familia se estableció definitivamente en las cercanías de Los Ángeles. Richard Lert sería uno de los directores más apreciados y recordados que ha tenido la Pasadena City Orchestra, y Vicki Baum continuaría escribiendo con éxito, no sólo novelas sino también guiones cinematográficos, para productoras como la Metro y la RKO. La decisión no pudo ser más afortunada: tan sólo un año después, los libros de Vicki Baum, judía y defensora de la emancipación de la mujer, ardieron en la pira nazi.

En 1936 adquiere la nacionalidad norteamericana y, al no estar demasiado satisfecha con las traducciones de sus libros al inglés, comienza a escribir directamente en este idioma. Muchos de los títulos que publicará a partir de este momento estarán ambientados en el mundo del teatro, la danza y la música, que tan bien conocía la autora. El primero de este estilo es «La carrera de Doris Hart» (1936) que transcurre en un barrio de artistas de Nueva York, y cuyos personajes son en su mayoría europeos expatriados: músicos, escultores, cantantes, que huyendo del infierno de Europa buscan, con mayor o menor fortuna, abrirse camino en el Nuevo Mundo.

También en Nueva York se ambienta la singular «Entreacto» (1942), que, extremando el recurso de unidad de tiempo y lugar ya típico en la autora desde «Grand Hotel», se desarrolla en el Metropolitan Opera House, durante una representación de la ópera «Carmen». En esa única noche se suceden todo tipo de acontecimientos, unos en el escenario, otros entre bastidores, que la autora enlaza muy hábilmente, sin faltar en ningún momento a la verosimilitud, y ofreciendo además una perfecta ambientación, gracias a la cual el lector casi puede oler y palpar el ambiente del teatro. También es llamativo el elenco de personajes, destacando el de Pierre Colin, el director de orquesta que sufre de miedo escénico; y el de Madame Kouczowska, la gran diva de la ópera que es también una mujer práctica, una superviviente, de vuelta de casi todo.
Ya fuera de los ambientes teatrales, otra novela notable es «Lo que los hombres nunca saben» (1937). En ella, Vicki Baum vuelve a Alemania para relatarnos una historia sencilla y trágica: la irrupción de un hombre de negocios norteamericano en el aparentemente tranquilo matrimonio de un juez berlinés y una joven a la que todos creen apocada y enfermiza. La narración de este triángulo amoroso, de sorpresivo desarrollo e impactante final, ilustra a la perfección la cita de Rudyard Kipling que figura como pórtico:
«Todos somos islas, gritándonos unos a otros mentiras a través de mares de incomprensión…»
Pero lo más llamativo de esta obra es la originalidad de la técnica narrativa empleada, que en cierta medida se adelanta a lo que treinta años después hará Lawrence Durrell en «El cuarteto de Alejandría»: a lo largo de seis días, de lunes a sábado, los mismos acontecimientos van siendo narrados desde tres puntos de vista sucesivos, los de los tres personajes que los viven. El lector, que de este modo penetra en lo más profundo de la intimidad de todos ellos, casi siente pudor ante tal caleidoscopio de percepciones y sentimientos. Esta novela no es un melodrama; es casi una tragedia griega, tocada de una desoladora lucidez. Una narración extraordinariamente original, que la crítica, una vez más, ignoró.

En 1939 vio la luz «Shanghai Hotel», fruto de un viaje y de un cuidadoso estudio de la sociedad y la cultura de aquella ciudad de aluvión, que había crecido a fuerza de oleadas sucesivas de inmigración europea, y que al estallar la guerra chino-japonesa albergaba una Concesión Internacional. La autora elige el momento de la caída de las primeras bombas, el 13 de agosto de 1937, como punto en torno al cual girará una novela de curiosa estructura. La primera parte, «Los personajes», está formada por nueve relatos independientes, en los que se cuentan las vidas de los nueve personajes que, procedentes de diversos rincones del mundo, terminan reuniéndose en el Shanghai Hotel. La segunda parte, «La ciudad», embarca a esos seres desarraigados en una trama común, marcada por lo convulso del momento histórico, donde los conflictos generacionales y culturales salen a la luz en toda su crudeza. Y, como se anuncia desde las primeras líneas, es la muerte la que pone fin a la historia. El lector que se sumerja en las páginas de este libro nunca podrá olvidar esa ciudad que ya no existe: esa ciudad de contrastes, corrupta, bulliciosa, irrepetible, cuya pestilencia dulzona deja huella en el alma y en los sentidos. Es, con mucho, la mejor novela de Vicki Baum, donde la habilidad de esta autora en la construcción de personajes y en la pintura de ambientes alcanza su más alta cota.

 

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En los años posteriores, Vicki Baum experimentará con diversos estilos y subgéneros dentro de la novela. En «Marion» (1941) emplea numerosos elementos autobiográficos, si bien la historia no deja de ser ficción, y consigue un libro de apasionante lectura, protagonizado por uno de sus mejores personajes femeninos. «El bosque que llora» (1944) es un exhaustivo recorrido por el mundo de la industria del caucho, donde se tratan todas las repercusiones de esta explotación, tanto las de tipo económico, como las de carácter social y hasta ecológico. «El ángel sin cabeza» (1948) representa su única incursión en la novela histórica y de aventuras, narrando las peripecias vividas por una condesa alemana en la guerra de la independencia de México, donde ha ido a parar siguiendo a un noble español dueño de minas de plata. «¡Cuidado con el ciervo!» (1941), que sigue una línea aparentemente folletinesca, está en realidad llena de encanto y de ironía, y contiene reflexiones muy interesantes sobre el contraste entre la cansada sabiduría de la vieja Europa y la pujanza infantil de los Estados Unidos. Tras dibujar en «El grano de mostaza» (1953) un cuadro de la sociedad norteamericana de la época, ya al final de su carrera Vicki Baum vuelve al mundo del teatro con «Ballerina» (1958), donde nos ofrece un profundo y preciso estudio psicológico del personaje protagonista, la bailarina de origen ruso casada con un científico norteamericano, y lo adereza con los familiares elementos cosmopolitas del ambiente artístico, que tan bien sabe la autora utilizar.

 

Compilación realizada por Lorena Lacaille,

 

 

«La locura lucida» de Robert Walser.

«Escribo para ausentarme»

«A menudo necesitamos del delirio para mantenernos de algún modo a flote en el oleaje la vida»

Robert Walser

Walser nació en Biel, Suiza en 1878. Era el antepenúltimo hijo de una familia de ocho hermanos, cuyos padres eran pastores protestantes. Autodidacta, reconoció haber estudiado en un colegio que parodió en su obra «Jacob von Gunten» (1909), llamándolo «el Instituto Benjamenta», dónde sólo formaban «ceros a la izquierda»3. Walser siempre fue un trotamundos, acogido entre otras ciudades por Basilea, Zurich, Viena, Stuttgart, Munich, Berlín, Ginebra y Berna. Sólo en esta última se conocen hasta 14 domicilios diferentes donde residió. En relación a esta característica de su vida afirmó en uno de sus textos: «Una maleta es toda tu casa en este mundo».

 

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Empezó a trabajar como botones en un banco a los 14 años, mientras su sueño era convertirse en comediante en un teatro de aficionados. Estudió finalmente para mayordomo, empleo en el que duró poco, como en todos, dedicándose luego a bibliotecario.

Completamente incomprendido, con nulo éxito comercial, vivió en la pobreza y producto de una enfermedad mental fue internado a fines de la década de los años 20 en los sanatorios de Waldau por 4 años y luego en Herisau, Suiza, dónde permanecerá por 23 años más. Al ingresar a este último lugar dijo: «Me he internado no para escribir sino para enloquecer». Ya una década antes, en 1921, había presentado alucinaciones auditivas y arrebatos de agresividad. Estando en un restaurante les gritó a algunos comensales vecinos «hasta cuando susurran». En este período además, abusó del alcohol.

Mantuvo una permanente tendencia a la soledad. El escritor Martin Waiser lo describió como «el más solitario de los escritores solitarios». Nunca logró tener una relación de pareja, y se involucró en múltiples trabajos mal remunerados y que le exigían poco en términos intelectuales: se desempeñó como copiador de textos, ayudante de un notario, empleado de oficina, etc.

En su familia existían varios casos de trastornos mentales: su madre, depresiva, y dos de sus hermanos con esquizofrenia, uno de los cuales se suicidó.

A pesar de que Walser no tuvo éxito literario y siempre tuvo gran dificultad para publicar, su obra llegó a ser admirada por escritores de gran relevancia como Kafka y Hermann Hesse. Este último señaló «Si los poetas como Walser se contaran entre los espíritus dirigentes ya no habría guerras, y si tuviera cien mil lectores el mundo sería mejor. Sea como fuere, el mundo está justificado por haber gente como Walser». Otros autores como Robert Musil, Thomas Mann, Elias Canetti y más recientemente Vila-Matas en sus libros «Bartleby y Compañía», «El Mal de Montano» y «El Dr Pasavento»4, han contribuido a su revaloración. Elias Canetti comentó: «De todos sus contemporáneos, Robert Walser se ha convertido a mis ojos, exceptuando a Kafka que no existiría sin él, en el más importante».

Su peculiar estilo literario

La obra de Walser estuvo dedicada a mostrar hechos simples de la vida diaria y transmitir la sensación de maravilla que éstos le producían. Esto lo hace en un estilo particular, lleno de una sutil ironía. Sin embargo, tras esta apariencia de sarcasmo, su obra refleja una angustia no reconocida que Elias Canetti describe así: «Durante toda su vida, niega lo esencial, lo más hondo: su propia angustia», apuntando a ese dolor esencial que sub-yace a la obra de Walser. Es posible observar que su aparente éxtasis de jovialidad se desintegra en un vacío, en una tremenda soledad. A su hermana le escribió «es mejor vivir enlodado que triste. Dios odia a los tristes»2, refiriéndose a la incomodidad del trabajo, a los esfuerzos que debían llevar a cabo por la necesidad de supervivencia, algo que siempre lo agobió. Tal vez, la inusual alegría, humor y la frecuente ironía de sus frases fueran su defensa frente a tanta adversidad.

Los personajes casi anónimos y fugaces, la falta de hogar, lo provisional de sus existencias, son parte de su temática. La existencia humana, en la visión de Walser, consiste en una total superficialidad. Walter Benjamín dijo acerca de él: «Podría decirse que al escribirse ausenta». Sus opiniones se ven unidas por un hilo que parece imperceptible: es tal la variedad de frases luminosas, apuntes y parodias que, como si se trataran de meras acotaciones circunstanciales lanzadas al aire, revelan matices insospechados en los objetos, incluso en aquellos que creíamos más familiares y conocidos. Walser da a las cosas cotidianas cierta cualidad críptica, desconcertante, las envuelve en una atmósfera sensitiva y banal que es genial. Walser, expresó muy bien en este aforismo, el sentido de su arte: «No hace falta ver nada extraordinario. Ya es mucho lo que se ve»6. Walser revalora al antihéroe, a los limitados, los humildes, empequeñecidos; él mismo afirmaba que sólo se sentía»cómodo y feliz en las regiones aparentemente inferiores».

Walser es un verdadero miniaturista en el sentido literal. Papeles de distinto tamaño y textura, determinarán una forma de escritura con una letra minúscula a lápiz (de 1 a 2 mm de altura máxima) llamada «Microgramas» (Figura 1a), realizados entre 1924 y 1932. Estos «Microgramas» son su última obra, y corresponden a cerca de 526 artículos de prosa breve, rescatados por su albacea y amigo Cari Seelig. Estos manuscritos fueron descifrados pacientemente en un período de más de 20 años por los estudiosos suizos Bernard Etche y Werner Morlang.

La personalidad de Walser

Walser se describe a sí mismo como: «… una entidad perdida y olvidada en la inmensidad de la vida»8 y refiriéndose a su relación con el mundo: ‘qué desapasionado, prosaicamente práctico, noblemente soso es nuestro tiempo. Aunque tal vez tenga también su lado bueno: uno puede distinguirse por su extravagancia».

Su visión es premonitoria en relación a que la alienación y uniformidad cultural que venía adosada a la modernidad, se abrirían paso inexorablemente en el mundo occidental. En su vida aislada, con escasez de relaciones, así como en las características de su escritura, con estilo conciso, a veces muy ambiguo, y con la impresión de no tener un hilo coherente, pueden verse los inicios de su enfermedad psicótica: «..deja apreciada dama, que te haga llegar la buena nueva que abre la boca asombrada de que tú la escuches, se acaricia o se frota la oreja y pretende decirte que una vez servidor se quedó boquiabierto ante una librería en cuyo escaparate estaba expuesto un libro titulado «Bajo el látigo de la polaca», y que también ayer me entregué a los placeres del baño, donde tuve la ocurrencia de comportarme como un mendigo que tiene miedo al agua y al que nadie acostumbró de pequeño al aseo personal».

Nunca pudo establecerse y no logró la más mínima posesión material: no tuvo casa jamás, ni una vivienda duradera, ni un solo mueble y mantenía escasa pero pulcra ropa. No poseía libros, y en opinión de uno de sus escasos biógrafos, Sebald, ni siquiera conservaba los que él mismo había escrito2. Los que leía eran casi siempre prestados. Hasta el papel de escribir del que se servía era de segunda mano.

Walser reconoce una gran capacidad para amar que es incomprendida: «Soy dueño de un enorme capital de fuerza amatoria, y cada vez que salgo a la calle termino por coger cariño a alguna cosa, a alguna persona»10. Se queja de la recepción de esta postura: «hoy en día, se pretende meter enseguida en la lista negra de los raros a todo aquel que sea aún un poco dueño de sí mismo, lo que da brillante testimonio de la trágica falta de consideración, así como de una negligencia, lamentablemente demasiado arraigada en la sociedad, en los asuntos del trato y las relaciones humanas». Sólo conocemos un intento de relación amorosa, frustrada por lo demás, con Frieda Mermet, viuda, quien tenía su misma edad, era amiga de su hermana y dueña de una lencería, quien recibió al menos dos declaraciones de amor de Walser por carta. Así escribe el 7 de agosto de 1918: «¿le gustaría señora Mermet, poseerme en cuerpo y alma?», tres meses más tarde, insiste: «creo quesería hermoso ser su marido»10. La señora Mermet no aceptó, si bien siguió siendo destinataria de sus cartas más intimas y una amiga fiel hasta el ingreso de Walser al sanatorio de Herisau. Este rechazo ha sido considerado como un posible factor gatillante en el quiebre mental de Walser. La disposición tan extrema para amar de Walser no depende en absoluto de la correspondencia de ese amor. «Privarse del amor, eso es amar», «Si me prohiben amar amo diez veces más. Todo lo prohibido vive diez veces más». Walser necesita a las mujeres como encarnación y catalizador de una personalidad mejor, pues su amor hacia ellas le estimula ante todo a conocerse a sí mismo y a desarrollar su propia imagen ideal a partir de ellas10. Cuando esto sucede, se conoce a sí mismo tan intensamente que ya no es necesaria la correspondencia de su amor. Pues escribiendo se ha erigido un mundo a su medida que supera la realidad. «Para el hombre la mujer es algo que, a menudo sin conocerlo, necesita para fines más altos» escribe en su novela «El Bandido» (1925).

Walser disfrutaba del paseo y del andar sin rumbo fijo, lo apasionábanlos detalles y lo efímero, la dificultad de no ser nadie o lo absurdo que puede ser el amor. Siempre, en todos sus trabajos en prosa, se percibe el deseo de estar sobre la pesada vida terrestre, desaparecer suavemente y sin ruido hacia un lugar más libre. En una de sus mejores novelas, «Jakob von Gunten»3, leemos: «Las fatigas, los groseros esfuerzos que se precisan para alcanzar en este mundo honores y famas no están hechos para mi». En el fondo del arte de Walser hay un rechazo al poder, a la dominación: «Soy común, es decir, nadie», afirma el protagonista de esta obra. En una de sus mejores obras: «El Paseo» (1917)6, inicia el breve relato con estas simples palabras. «Declaro que una hermosa mañana, ya no sé exactamente a qué hora, como me vino en gana dar un paseo, me planté el sombrero en la cabeza, abandoné el cuarto de los escritos o de los espíritus, y bajé la escala para salir a un buen paso a la calle». Contempla la belleza y exhuberancia de la plaza cercana, los jardines, los árboles; la hermosa voz de una mujer que canta un aria en una ventana, en suma, la naturaleza desnuda ante sus ojos; los de un poeta. El paseo semeja una fiesta de los sentidos para este lírico exaltado. Afirmaba: «es divinamente hermoso y bueno, sencillo y antiquísimo, ir a pie».

Versiones en español

Diario de 1926, La Uña Rota, 2013
Jakob von Gunten, Barral, 1974; Siruela, 2011
El ayudante, Alfaguara, 1986; Siruela, 2001
Los hermanos Tanner, Alfaguara, 1985; Siruela, 2003
Los cuadernos de Fritz Kocher, Pre-Textos, 2007
El bandido, Siruela, 2010
La habitación del poeta, Siruela, 2005
Historias de amor, Siruela, 2003
La rosa, Siruela, 1998
Las composiciones de Fritz Kocher, Universidad de Buenos Aires, 2000
El paseo, Siruela, 2012
Vida de poeta, Alfaguara, 2003.
Escrito a lápiz: Microgramas I (1924-1925), Siruela, 2005
Escrito a lápiz: Microgramas II (1926-1927), Siruela, 2006
Escrito a lápiz: Microgramas III (1925-1932), Siruela, 2007
Historias, Siruela, 2010.
Carl Seelig, Paseos con Robert Walser, Siruela, 2009

 

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La vida de Robert Walser es una de las más apasionantes tragedias de la literatura centroeuropea de este siglo. Autodidacta, errante, finísimo estilista de la lengua alemana y provisto de una mirada capaz de destripar la realidad con la más suave ironía, Walser empleó los pocos años en que pudo escribir, entre 1904 y 1925, antes de sucumbir a una enfermedad mental de origen hereditario, en tallar exquisitas miniaturas acerca de una vida cotidiana poblada de personajes e impresiones que vienen de la noche cuando ésta es más oscura. El paseo es una de esas miniaturas. Un poeta sale a pasear y ante su mirada se alternan la belleza de la vida y el absurdo de las convenciones de la sociedad, el sonido de una voz que canta y el espectáculo del gran teatro del mundo. Entre el sabor más crítico y la más pura de las reflexiones, El paseo es una espléndida muestra del arte de este autor tan admirado por escritores como Kafka, Thomas Mann, Musil, Canetti, Walter Benjamin o Claudio Magris, entre otros.

 

Compilación realizada por Lorena Lacaille.

«Jack Reacher», el mercenario que ama la violencia…

Lee Child, cuyo verdadero nombre es Jim Grant, empezó a escribir a los 40 años, cuando perdió su puesto de trabajo en el mundo de la televisión, donde era directivo. El autor debutó con Killing Floor (1997) galardonada con los premios Barry Award y Anthony Award al mejor debutante.

La serie de Jack Reacher, ese ex policía militar, hijo de militares, vagabundo superdotado, adicto al café desde los cuatro años, mercenario de cuerpo imponente y amante de la violencia como medio de venganza se compone de 19 libros y ha vendido cerca de 60 millones de copias en todo el mundo. Child, que escribe un historia al año aunque eso sólo le lleva seis meses, defiende sus obras como libros también para mujeres a pesar de toda la violencia y la testosterona que desprenden. «Reacher no está interesado en la gente débil, por eso construyo personajes femeninos y competentes, que pueda tratar de tú a tú. Adoro a las mujeres».

«Me parece curioso que la gente le considere un héroe americano. No es correcto. La tradición de Reacher nos lleva a la historia medieval y tiene muchísimos años por detrás», ha defendido al ser preguntado por el personaje. «En el alma humana existe la necesidad de sentirnos protegidos y no sé si es coincidencia o no pero mi carrera cogió ímpetu después del 11-S», ha añadido para resaltar la figura del caballero andante que puebla sus novelas. El autor señala algunas diferencias con su protagonista. «Me declaro completamente contrario al ejercicio físico. Soy fuerte sin necesidad de machacarme en el gimnasio», ha asegurado sin asomo de sonrisa tras ser preguntado por su aversión al deporte, muy al contrario que esa bestia de la naturaleza que recorre el mundo en sus novelas. Especie de samurái caído en desgracia, Reacher tiene dos grandes ventajas para Antonio Lozano, miembro del jurado: es un killer analógico y no se psicoanaliza. Soldado de fortuna, políglota, solitario y que no bebe alcohol, Jack, qué nombre iba a tener si no, es un vengador al más puro estilo americano.

Lector voraz, gran narrador, provocador vocacional, Child, que vive en EE UU desde 1998, comparte con Reacher ese gusto por solucionar las cosas de manera directa, algo que aprendió en la violenta Birminghan en la que creció. Más paradojas aparentes resueltas de un plumazo. ¿Cómo un admirador de Chandler y Christie escribe thrillers comerciales tan alejados de ellos? «No hay ninguna contradicción en que sea fan esos escritores tan clásicos y haga thrillers porque soy un admirador de cualquier cosa que se haga bien, y ellos lo hacían muy bien», ha afirmado impertérrito, con el mentón apoyado en sus manos y la mirada fija. Child, que no tiene ningún problema con la naturaleza comercial de sus libros, asegura siempre que tiene oportunidad que no va a pedir perdón por lo que escribe.

El pseduónimo tiene una historia detrás. Lee viene de una broma familiar y Child está deliberadamente elegido para aparecer en las estanterías de las librerías entre Raymond Chandler y Agatha Christie.

 

Libros de Jack Reacher
Zona peligrosa (Killing Floor, 1997)
Die Trying, 1998
Tripwire, 1999
The Visitor / Running Blind, 2000
Echo Burning, 2001
Without Fail, 2002
El inductor (Persuader, 2003)
El enemigo (The Enemy, 2004) – Precuela, tiene lugar 6 años antes de Zona peligrosa
Un disparo (One Shot, 2005)
El camino difícil (The Hard Way, 2006)
Mala suerte (Bad Luck and Trouble, 2007)
Nothing To Lose, 2008
Gone Tomorrow, 2009
61 Hours, 2010
Worth Dying For, 2010
The Affair, 2011
A Wanted Man, 2012
Nunca vuelvas atrás (Never Go Back, 2013)
Personal (Personal, 2014)
Make Me, 2015
Night School, 2016 – Precuela, se desarrolla en 1996
Relatos cortos y novelas cortas
James Penney’s New Identity, 1999 – En Fresh Blood 3 y Thriller
Guy Walks Into a Bar, 2009 – Precuela de Gone Tomorrow
The Line Up, 2010 – Sobre los orígenes de Reacher
Second Son, 2011 – Una historia de Jack Reacher con 13 años
Everyone Talks, 2012
Deep Down, 2012
High Heat, 2013 – Una historia de Jack Reacher con 17 años
Not a Drill, 2014
No ficción
Jack Reacher’s Rules / Reacher’s Rules, 2012

Película
Jack Reacher (Jack Reacher, 2012). EE.UU. Director: Christopher McQuarrie. Intérprete: Tom Cruise (Reacher) – Basada en «Un disparo»
Jack Reacher: Never Go Back, 2016. EE.UU. Director: Edward Zwick. Intérprete: Tom Cruise (Reacher) – Basada en «Nunca vuelvas atrás»

 

 

 

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Después de un largo viaje, Jack Reacher llega a Virginia. Su destino: el cuartel general de su antigua unidad militar, lo más parecido a un hogar que ha tenido en su vida. Su objetivo: hablar con la comandante Susan Turner,oficial al mando. Parece una tarea fácil pero no lo va a ser. Ni mucho menos. La comandante Turner ha sido arrestada con unos cargos de lo más insólitos. Y eso no es lo peor, porque Reacher también va a ser acusado de algo mucho másgrave.

 

Jack Reacher – Nunca vuelvas atrás – 2016 – Trailer Oficial #1 Doblado al Español – HD

 

El autor

Lee Child es el seudónimo de Jim Grant. Nació en 1954 en Coventry, Inglaterra. Pasó su juventud en Birmingham. Estudió derecho en Sheffield, Inglaterra. Después de trabajar a tiempo parcial en teatro se unió a la sede de Granada Television en Manchester donde trabajó durante 18 años como responsable de programación. Fue despedido en 1995 a consecuencia de una reestructuración.

Compró papel y lápices y comenzó a escribir Killing Floor, la primera novela de la serie de Reacher, que fue un éxito inmediato.

Actualmente tiene dos casas, una en Manhattan, Nueva York y otra en el sur de Francia donde vive con su esposa, Jane. Le gusta escuchar música, leer, ir a partidos de los Yankees, del Aston Villa o de equipos de Marsella. Conduce un Jaguar.

Su hermano es el también escritor Andrew Grant.

 

Compilación realizada por Lorena Lacaille.

Cerdeña, amor, muerte y destino trágico implacable los «leitmotiv» de Grazia Deledda.

Escritora italiana, Premio Nobel de Literatura en 1926, nacida en la población sarda de Nuoro el 27 de septiembre de 1871 y fallecida en Roma el 16 de agosto de 1936.

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Deledda nació del matrimonio formado por Giovanni Antonio Deledda y Francesca Cambosu, unos pequeños propietarios rurales. La infancia y la adolescencia en Nuoro, el paisaje sardo, los tipos populares de la Cerdeña, el carácter de su gente y hasta la situación social y cultural que se vivía en la zona marcarán para siempre la posterior obra literaria de la escritora, que no olvidará nunca sus primeros referentes vitales. Materialmente, durante su niñez Grazia no sufrió carencia alguna, pero su formación escolar no pasó de ser rudimentaria, pues estudió en la escuela de su pueblo sólo hasta cumplir once años, por entender sus padres que era bastante para una mujer esa instrucción. La condición femenina marcaría la vida de Grazia: “nosotras, las muchachas [escribió tiempo más tarde] jamás teníamos permiso para salir fuera de casa si no era para ir a misa o, algunas veces, para dar un paseo por el campo”. Precisamente en casa continuó la niña, de forma prácticamente autodidacta, su aprendizaje en el terreno de la literatura. En esta época conoció los clásicos rusos y franceses, y la obra de compatriotas suyos como Carducci, o Giovanni Verga.

Fue un profesor particular suyo quien la animó a enviar a alguna publicación los relatos que escribía. Así, en 1886 y cuando Deledda contaba sólo quince años, su primer cuento fue publicado en una revista de la región. En 1888 la autora iniciaba una colaboración regular con la publicación Ultima moda, donde aparecerían muchos de sus cuentos y sus historias cortas. Fue precisamente en esta revista donde apareció la primera novela de Grazia, Sangue Sardo, que causó sorpresa entre los medios literarios. Una mujer, extremadamente joven, irrumpía en un mundo de hombres cuando aún no había finalizado el siglo XIX.

El despegue de Deledda como autora de éxito comenzó con la publicación, en 1895, de la novela Anime oneste, y más aún cuando en 1896 el prestigioso crítico Luigi Capuana accedió a prologar su novela La vía del mal. En su comentario al texto, Capuana califica a la escritora de “escritora regional”, considerándola una buena representante del llamado “verismo”, una corriente literaria que se desarrolló en Italia y que estaba caracterizada por una mezcla de naturalismo y positivismo.

En cualquier caso, y tras el espaldarazo de Capuana, la curiosidad por la obra de Deledda se multiplicó, mientras ella seguía publicando otras novelas y relatos para adultos y niños donde está siempre presente la influencia de la cultura de la Cerdeña rural. Eso sí, y a pesar de el interés de la autora por rescatar para la literatura toda la materia cultural de su tierra, utilizó siempre el italiano para escribir, prescindiendo del dialecto sardo, que aparece ocasionalmente en los diálogos de los personajes, en algunos modismos y proverbios o para designar elementos culturales que no conocen traducción.

Aunque su nombre empezaba a ser reconocido en muchos círculos culturales italianos, Grazia Deledda no dejó Nuoro hasta 1899, y lo hizo para instalarse en Cagliari, capital de Cerdeña. Es allí donde conoció al que fuera su marido, Palmiro Modesani, un funcionario del gobierno italiano. Tras su boda, celebrada en 1900, la pareja se instaló en Roma. A pesar de que una vez casada se consagró a su esposo, su familia (tuvo dos hijos con Modesani) y la literatura (publicó a ritmo de, prácticamente, un libro por año), a pesar de que hizo escasísima vida social, el traslado a la capital romana y la llegada de la madurez sirvió para estimular la capacidad creadora de Grazia. Su literatura fue volviéndose más rica, más llena de matices, más ambiciosa, aunque Nuoro sigue presente desde la distancia. En 1903 publicó su primera gran novela, Elías Portolu, en la que, a pesar de que el protagonista es un pastor rural, Deledda supera su tendencia regionalista para componer un texto de temática más universal. Elías es un joven pastor que regresa a su hogar sardo después de haber cumplido condena en prisión. Quiere rehacer su vida en la aldea, pero allí le aguarda la fatalidad de un destino dramático. Es también esta obra la que alumbra el personaje masculino mejor creado de la producción literaria de una autora, que ha puesto toda su energía en la creación de protagonistas femeninos. En Elías Portolu aparece uno de los pasajes más famosos y apreciados de la producción de la autora: aquel que describe, con una brillantez insuperable, una romería popular al monte Lula.

A Elías Portolu seguirá la novela Cenere, publicada en 1904. Es la historia de una joven que sacrifica su propia vida para preservar el futuro de su hijo ilegítimo. Esta novela fue llevada al cine doce años después de su publicación, y protagonizada por Eleonora Duse. A continuación vendrían otras obras como I giuochi della vita, Nostalgie, Amore moderni, Il nostro padrone, Chiaroscure, etc. Mariana Sirca, publicada en 1915 y que fue definida por los críticos como un poema en prosa, es un genial retrato de la vida rural sarda y de las complicadas relaciones entre amos y criados, que viven en mundos distintos pero también paralelos, hasta que en un momento ambos se cruzan trágicamente.

En 1920, Grazia publicó La madre. Los críticos y estudiosos aseguran que ésta es, con mucho, la mejor de las novelas de Deledda, y que fue este trabajo el que la colocó en inmejorable posición para obtener el Premio Nobel de Literatura, que hasta entonces había sido concedido sólo a cuatro mujeres. La madre es una historia trágica ambientada en una aislada villa de Cerdeña. Una madre, que ha trabajado duramente como sirvienta para sacar adelante a su hijo Paolo, se da cuenta de que el muchacho, que se ha ordenado como sacerdote, va a apartarse del camino que tiene marcado a causa de la pasión desbordada por una mujer de la aldea. El último capítulo de la obra demuestra la singular maestría de la autora para extremar la tensión dramática que marca esta novela: la madre muere mientras el hijo celebra misa, aterrada con la posibilidad de que la amante de Paolo confiese el pecado mutuo ante todo el pueblo. La traducción al inglés de esta novela fue prologada por D.H. Lawrence.

Il segretto dell´uomo solitario, publicada en 1921, supondrá, dentro de la narrativa de la autora, el abandono de la influencia del paisaje y el paisanaje de Cerdeña para iniciarse en el terreno de una literatura más introspectiva y de hondo calado psicológico. A esta obra seguirán otras como Il Dio di viventi, Il flauto nel bosco, La danza della collana o La fuga in Egitto.

En 1926, la academia Sueca le otorga el Premio Nobel de Literatura. Grazia Deledda se convirtió así en la quinta mujer en obtener el galardón. La concesión del Nobel supuso la revisión de toda la obra de Deledda y, también, obviamente, una corriente de simpatía hacia sus escritos que muchas veces le negaron los estudiosos italianos. Recibió el galardón con un inmenso orgullo y, como ella misma reconoció, sabiendo que su montante económico iba a ser de mucha utilidad para su familia, que vivía del modesto sueldo del marido y sus derechos de autor.

Tras recoger el Premio en 1927 siguió publicando novelas como La vigna sul mare o Sole de State, y también cuentos como “Il dono de Natale”. También tradujo al italiano la que era una de sus novelas favoritas, Eugenie Grandet, de Honoré de Balzac.

La muerte le llegó en Roma, en 1936, a los sesenta y cinco años de edad y cuando había finalizado dos obras que se publicarían póstumamente: Il cedro del Líbano y, sobre todo, Cósima. Cosima, quasi Grazia fue realmente el título bajo el que el editor Antonio Baldini publicó inicialmente esta obra póstuma, sólo unos meses después de su muerte. Cósima es una especial autobiografía, incluso como un testamento vital, cuya redacción inició la autora cuando ya presentía su muerte. Unos meses antes de fallecer, Deledda había publicado La chiesa della solitudine, en la que describe la enfermedad del cáncer que acabaría con su vida. Pero en esta ocasión, y con Cósima, Deledda parece volver la vista atrás para retratar su infancia y todas las experiencias por las que pasó en Nuoro. Aparecen otra vez, quizá con más intensidad que nunca, los ambientes y los tipos sardos, la organización del hogar y la familia, las estructuras sociales y las relaciones entre señores y criados. También en esta novela aparecerán algunos episodios vitales de Deledda: la sumisión y abulia de la madre, el alcoholismo y los episodios de delirium tremens de su hermano mayor Santus, los desmanes de su otro hermano, Antonio y la muerte de sus dos hermanas, Giovanna (que muere siendo un bebé) y Enza, que fallece a los 21 años a causa de un aborto practicado en condiciones precaria. También surgen las leyendas sardas, el personaje arquetípico del bandolero, las tradiciones religiosas, el atavismo de algunas costumbres que marca sin remedio la vida de las personas, etc. Su pintura de la región sarda no siempre gustó a sus paisanos, y así lo recordó ella tras serle concedido el premio Nobel. Sin embargo, declaró también: “He recogido la esencia de mi pueblo. Puede que, en mis manos, esta esencia haya adquirido proporciones más grandes de las debidas. Pero el fin no por eso deja de ser noble”.

Deledda publicó en vida más de cincuenta novelas y varios centenares de cuentos. Denostada por algunos críticos como Benedetto Croce (que, como muchos, consideraba su obra excesivamente marcada por los elementos étnicos de su infancia en Cerdeña), ensalzada por otros como Attilio Momigliano, la literatura de Deledda tuvo siempre una excelente conexión con el público que, incluso fuera de las fronteras italianas, reclamaba sus nuevas obras, todas orquestadas en torno a tres grandes temas: el amor, la muerte y el destino trágico e implacable, amparadas por el que es su gran leit motiv: Cerdeña y todo el acervo de la cultura sarda. Muchos críticos reprochaban a la autora que, en una época marcada por el rigor formal, tuviera un estilo no precisamente pulido y sí en ocasiones algo tosco. También se le criticó su difícil encasillamiento en ningún movimiento literario concreto (y a pesar de que inicialmente se la vinculó al verismo, y más adelante con el decadentismo), pero para algunos críticos ese era un dato a favor de Deledda. La originalidad y complicada clasificación de su literatura, que merecía un lugar propio al margen de escuelas e ismos, la convertía en un fenómeno literario individual y ajeno a corrientes y modas. La prodigiosa capacidad de la autora para describir los paisajes naturales y establecer una simbiosis entre la naturaleza y el hombre, y su habilidad para reflejar la cultura de su tierra y el folklore sardos, son suficientes para reservarle un lugar de honor dentro de las letras italianas y en la literatura universal. En las palabras que justificaban la concesión del premio Nobel a Grazia Deledda, el profesor Schuch, de la Academia Sueca, aseguró que la autora merecía el galardón “por su potencia de escritora, sostenida por una alto ideal, que retrata en forma plástica la vida tal cual es en su apartada isla natal y que trata con profundidad y calor los problemas de interés general humano”.

Grazia Deledda fue sepultada en la iglesia de la Virgen de la Soledad, en su pueblo natal de Nuoro.

 

Sinopsis
Cósima, novela publicada póstumamente, es la obra más personal de Grazia Deledda. Sugestivos paisajes de su Cerdeña natal, escenarios de fábula y leyenda, muestran personajes encerrados en la monótona existencia de una pequeña capital de provincia, en la que todo aparece reglamentado por férreas leyes consuetudinarias. Contra esas leyes no escritas se rebelará, ya casi desde niña la pequeña Grazia-Cósima, intuyendo que tales restricciones chocan frontalmente con su ansia de libertad y conocimiento.

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A pesar de la proximidad de la muerte o quizá precisamente por ello, Cósima es una obra vital, un testamento de supervivencia, en la que recuerdos y experiencias vividos en Nuoro, y tantos usos y costumbres de su isla afloran con la fuerza y la imaginación de una adolescente que sueña con convertirse en escritora de éxito.
Grazia Deledda recibió en 1926 el Premio Nobel de Literatura «por su potencia de escritora, sostenida por un alto ideal, que retrata en forma plástica la vida tal cual es en su apartadaisla natal y que trata con profundidad y calor los problemas de interés general humano».
Presentación de M.ª Teresa Navarro

 

Compilación realizada por Lorena Lacaille.

El inspector jefe Chen Cao de Qiu Xiaolong.

Chen Cao es inspector jefe de la policía en la ciudad de Shangai. Pese a su juventud, desempeña un cargo de cierta importancia y disfruta del privilegio poco habitual de tener un pequeño apartamento. Aunque no es un hombre del partido, tiene buenos contactos que le protegen e impulsan su carrera. Es consciente de su ventajosa situación frente a personas de origen similar al suyo y permanece del lado del régimen, no sin experimentar conflictos personales.

Su padre murió durante la Revolución Cultural, su madre aun vive. Estudió literatura inglesa en la universidad, se doctoró en literatura occidental en la facultad de Lenguas Extranjeras de la Universidad de Beijing. Trabajó unos meses en el Ministerio de Exteriores. Es un hombre sensible, que cita a menudo textos clásicos y modernos de la literatura china. El mismo es poeta y traduce relatos policíacos.

Tiene un ayudante de 40 años, el detective Yu Guangming, cuyo padre, el Viejo Cazador es un antiguo policía y colabora en la resolución de algunos casos. Su mujer Peiqin, que lleva la contabilidad de dos restaurantes, también intenta ayudarles.

Su novia en las dos primeras novelas, es Ling, hija de uno de los cuadros del partido comunista, vive en Beijing y su relación es poco más que epistolar. En «Cuando el rojo es negro» conoce a Nube Blanca, una chica k (de karaoke).

Uno de sus mejores amigos es el chino extranjero (o de Ultramar) Lu, dueño del restaurante «Las afueras de Moscú» (o «El barrio de Moscú» según la última traducción).

Tiene buenos contactos con el mundo empresarial gracias a Gu, un hombre de negocios que le protege y facilita su trabajo.

En su primera novela, que se desarrolla en 1990, investiga la muerte de una joven trabajadora modelo del Partido Comunista.

En «Visado para Shangai» se une a una investigadora norteamericana para resolver el asesinato de una mujer que había solicitado un visado para unirse con su marido, testigo protegido, en EEUU.

En «Cuando el rojo es negro» una escritora es asesinada, se trata de un crimen con implicaciones políticas que Guangming deberá investigar mientras Chen está de vacaciones traduciendo una propuesta de negocios al inglés. El autor ahonda en el periodo de la «Revolución cultural» y muestra como el capitalismo empieza a desarrollarse en su país aunque sólo unos pocos disfruten de sus ventajas.

«El caso de las dos ciudades» se desarrolla a mediados de los 90. Cao, ahora miembro del Congreso de Shangai además de policía, debe investigar por encargo de sus superiores a las «ratas rojas», funcionarios del partido que utilizan su puesto para enriquecerse cobrando comisiones, expoliando el «granero» del pueblo. Pero a alguien le molestan sus investigaciones o quizás sólo son parte del «espectáculo» del Partido y le nombran jefe de una comisión de escritores chinos que viaja a Los Ángeles y St. Louis…

En «Seda roja» vemos como Shangai se transforma, surgen rascacielos donde antes había viviendas pobres y los Starbucks y KFC sustituyen a los restaurantes tradicionales. Mientras Cao realiza un curso universitario, una serie de mujeres son asesinadas y abandonadas en lugares públicos vestidas con un quipao (vestido mandarín) rojo.

«El caso Mao» sirve de excusa a Xialong para ajustar cuentas con la figura de Mao, sus esposas y sus amantes, sus poemas, sus contradiciones… la dificultad para criticarle dentro del régimen. Su mitificación para aquellos a los que el comunismo-capitalista ha vuelto más pobres. También conocemos un grupo de Old Dicks, gentes que intentan reviven el estilo del desaparecido Shangai de los años 30.

 

Qiu Xiaolong nos muestra el rostro de la China moderna, con las heridas y cicatrices que ha dejado en ella su reciente pasado y las tensiones que genera su desarrollismo actual mientras a nivel político se intenta mantener el status quo. El autor nos muestra una sociedad desigual donde conviven la pobreza más extrema con la riqueza de hijos privilegiados de los jefes del partido y los nuevos empresarios. Retrata magistralmente el olor de los barrios humildes y el falso oropel de los negocios modernos.

La comida tiene una importancia fundamental en sus novelas, Chen se introduce en las cocinas de los hogares, en los puestos de las calles y en los restaurantes de barrio para mostrarnos los mil sabores, olores y colores de la comida china: empanadas rellenas de cerdo asado, pasteles de cebolla verde, pollo al estilo 3 veces amarillo, anguilas ahumadas, bollos con minisopa, tallarines cubiertos con salsa de soja y estofado de callos, granos de soja hervidos en agua salada. También mollejas de gorrión fritas con patatas crujientes o cabezas de pato sin cráneo. Especialmente deprimentes (creo que también para el autor) son los llamados «platos crueles» que explica con todo lujo de detalles en «Seda roja»: sopa de tortuga viva, ojos de buey estofados y sesos de mono que son extraidos de un mono vivo en el momento del banquete.

Libros de Chen Cao

Muerte de una heroína roja (Death of a Red Heroine, 2000)
Visado para Shangai (A Loyal Character Dancer, 2002)
Cuando el rojo es negro (When Red is Black, 2004)
El caso de las dos ciudades (A Case of Two Cities, 2006)
Seda Roja (Red Mandarin Dress, 2007)
El caso Mao (The Mao Case, 2009)
El crimen del lago (Don’t Cry, Tai Lake, 2011)
El enigma de China (The Enigma of China, 2013)
El dragón de Shanghai (Shanghai Redemption, 2015)

El autor

Qiu Xiaolong nació en Shangai en 1953. Durante la revolución cultural su padre fue represaliado y él se vio forzado a abandonar la escuela en su último curso. Sin posibilidad de estudiar y sin trabajo, aprovechó para estudiar inglés por su cuenta en un parque.

En 1976 ingresó en la Universidad Normal de China del Este de Shangai y más tarde en la Academia de Ciencias Sociales China de Beijing, se especializó en literatura inglesa y americana. Tras graduarse, trabajó en la misma Academia como profesor investigador asociado. En los años 80 publicó poesía, crítica literaria y realizó traducciones al chino de Joyce, Faukner y Conrad e ingresó en la Asociación China de Escritores.

En 1988 se traslada a EEUU para continuar sus estudios y muestra su apoyo al movimiento de estudiantes. Los sucesos de Tiananmen y la aparición en la prensa china de sus actividades, le fuerzan a permanecer en Estados Unidos para evitar las represalias en su país. Tras conseguir el doctorado en Literatura comparada en la Washington University de St. Louis, Missouri, comienza a trabajar como profesor.

Actualmente vive en St. Louis con su mujer y su hija. Pasa un par de meses al año en Shangai documentándose para sus nuevas novelas. Sus obras han sido publicadas en su país de origen, pero han sufrido cortes y censura y hasta han cambiado el nombre de su ciudad por el de «ciudad H».

Web oficial del autor: http://www.qiuxiaolong.com (en inglés)

Otros libros
Lines Around China, 2003 – Poesía
Years of Red Dust, stories of Shanghai, 2007 – Cuentos
A causa del Doctor Zhivago (Dr. Zhivago, 2010) – Novela corta
Disappearing Shanghai: Photographs and Poems of an Intimate Way of Life, 2012 – con Howard W French

 

 

Una intrigante novela sobre uno de los mayores escándalos que han conmocionado la vida política en China.

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Sinopsis de El dragón de Shanghai:
En la brigada de casos especiales de Shanghai están todos estupefactos: con la excusa de ascenderlo a un cargo burocrático, han alejado al inspector jefe Chen de los expedientes más delicados. Tras comprobar que intentan atraerlo hacia una trampa, Chen decide alejarse de Shanghai, aunque ello no impedirá que atienda a la petición de auxilio de una hermosa y melancólica joven. Chen se inmiscuye en un caso decididamente plagado de minas, mientras investiga a quienes le persiguen hasta el punto de haber puesto precio a su vida. El ahora ex inspector se enfrenta a la investigación más peligrosa de su carrera, precisamente cuando un ambicioso alto cargo y su esposa encarnan una renovación comunista. Y es que mientras los cantos revolucionarios todavía re-suenan en las mentes de todos, y pese a la propaganda que habla de transparencia y modernización, la ambición y la corrupción campan a sus anchas en la China actual.

Sexy Beijing: Dreaming of Inspector Chen

 

Compilación realizada por Lorena Lacaille.